Desde que se comenzó a emplear
las nuevas tecnologías en el campo de la defensa y los conflictos armados, se creyó
que se iban a disminuir considerablemente el costo de vidas humanas; las llamadas
bombas inteligentes y equipos de alta tecnología dotada de sensores de todo
tipo eran la apuesta por la demarcación de un nuevo hito dentro del desarrollo
de conflictos; pues se equivocaron los efectos colaterales fueron mucho mayores que los procedimientos y
experiencias tradicionales; ejemplos tenemos tantos como en Kosovo, Irak, Afganistán.
Entre 2001 y 2010, la estrategia
del Pentágono y la Casa Blanca muchas veces parece basarse en un flujo masivo de tecnología armamentística y
dinero, además de hombres mal entrenados y desmotivados.
La insurgencia no puede negarse
que cuenta con profundas raíces en la población, una comunidad basada en la
familia y unos vínculos culturales, religiosos basados no solo en aspectos
socioculturales comunes, sino también en el miedo. Los grupos islamistas
radicales que proveen armas y voluntarios, participan activamente, por ejemplo,
en los ataques a las vías de transporte logístico de la ISAF.
Además, se ha demostrado la
incapacidad de las Fuerzas Armadas norteamericanas para cortar una amplia
infiltración y el apoyo pasivo/activo a la insurgencia por parte de soldados y
policías afganos reclutados y mal entrenados por los Estados Unidos que se
convierten en fuentes cruciales de inteligencia sobre los movimientos de tropas
y demás.
En este caso, no sin cierto
dolor, es menester decir que la insurgencia está compuesta por miembros leales
a la causa, ya que en la mayor parte de los casos comparten profundas
creencias, y en menor número actúan empujados por un “miedo insuperable”. Mis
queridos y muchas veces admirados Estados Unidos creen que todo se arregla con
dinero y olvidan una vez más, como hicieron en Vietnam, el factor humano, tanto
el propio, que es el más trascendental, como el enemigo. Para los soldados su
estancia es soportable por el desembolso económico que reciben y por el
carácter provisional de su estancia. No existe un plan, un procedimiento de
entrenamiento de tropas adecuado. El que existe es del todo incompleto y el
descanso, el abandono de nuestros aliados en la tecnología, les cuesta un goteo
constante de hombres.
El uso de la tecnología de última
generación, como los UAV Predator y Reaper dotados con misiles Hellfire, ha
ocasionado no pocos incidentes por muerte de civiles, lo que fríamente se ha
pasado a denominar “daños colaterales”.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKu95ZgzZyoIH_qhfi4x3Rq56AMsYLP9a79Pr0HfhY8C9BEl8mBH7TQLN0w9v40wQqPVrnkD8PtWXQ0G_R14_19RxslWI7xmX-w_vfB03P9w1lujopKyAZK93xCUTfSijs6A_D4r684t4Z/s320/ff.jpg)
El soldado americano está
acostumbrado a estar dotado, por ejemplo, con el escáner de mano, o equipos térmicos
que utiliza ondas de radio para ver a
través del suelo, paredes y otros tipos de superficies o elementos. Se estropea
y, como tengo muchos dólares, me traen otro. Craso error, ¿dónde está el sentido
común el ingenio de esos soldados para solventar situaciones?.
El soldado americano es un
soldado mal acostumbrado y, como consecuencia, mal entrenado. Y esas carencias
las transmiten en sus enseñanzas.
La contraparte sean posiblemente
los Rusos que tiene otra formación muy contraía al de los soldados norte americanos,
históricamente han usado el ingenio y el sentido común, entonces regresando al
experiencia norte americana ¿De qué sirve tanta tecnología si se olvida el
factor humano?
Pues, los amigos de Chile están en
la línea de dar prioridad a la cultura de la tecnologizar sus fuerzas pero han
descuidado terriblemente el factor humano sus generaciones no tiene experiencia
en combate y experiencia en el mando bajo acciones reales de operaciones militares,
es una vulnerabilidad que difícilmente puedan corregir y que debe ser
aprovechada por cualquier adversario.
Los ejércitos modernos deben
buscar un balance entre la modernidad , el uso de nuevas tecnologías y el
factor humano basado en el ingenio el sentido común el instinto de todo soldado
para hacer frente a situaciones inciertas
Extractos del artículo Luis Munar
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